Los partidos
Divisionales fueron extraordinarios. Se lucieron los equipos ganadores y los
que perdieron lo hicieron con altura y, en varios casos, cayeron por escasa
diferencia. Así ocurrió en Denver-Baltimore y en Atlanta-Seattle, los mejores
juegos del fin de semana.
![]() |
Lewis, Brady, Kaepernick y Ryan (Getty Images) |
Generalmente, esta instancia es estupenda
porque todos cumplen y, a su vez, brindan el máximo de su potencial. Además,
los jugadores entregan el alma en cada jugada y esto alimenta el talento
desparramado sobre el terreno de juego. No obstante, desechar excesiva energía
puede desatar errores vitales ante la ausencia de inteligencia en momentos
clave.

Lógicamente, los errores de uno visten las
virtudes del otro. Es por ello que los deportes de competencia dividen sus
estrategias en ataque y defensa. En algunas disciplinas, las tácticas van de la
mano del entrenador o se basan en cierta filosofía deportiva. En muchas
actividades, el talento del individuo es elemental. En la NFL hay de todo un
poco, pero la mayoría de los equipos construyen su juego dividiendo al 50 por
ciento el ataque y la defensa. Luego, puede aparece el predominio de uno u
otro, aunque los más equilibrados no siempre triunfan…
Tal es el caso de New England Patriots, una
franquicia que saborea la experiencia y el potencial de su mariscal de campo,
Tom Brady, uno de los líderes modernos más espectaculares e inteligentes de la
historia de este deporte. Tener a Brady significa “pasar siempre”, por lo
tanto, el juego ofensivo es netamente aéreo. Esto implica contar con muy buenos
receptores, ágiles, atléticos y que sepan anticiparse a las jugadas, como
Welker. Patriots llegó a playoff siendo el ataque número 1 y la defensiva
número 25. Es por ello que es Brady dependiente.
Ante Texans, el entrenador en jefe Bill
Belichick decidió que Patriots sea impredecible. Así, combinó el juego aéreo
con el terrestre, desempeñándose con sorpresa ante la defensiva de Houston, que
estaba preparada para cubrir a los receptores rivales, pero no a los corredores
Shane Vereen y Stevan Ridley. Moviéndose por las diagonales, ambos cubrieron el
juego ofensivo de Brady, pudiendo correr y recibir, desconcertando a los
linebackers tejanos.
Esta estrategia fue más que acertada para no
sufrir ante Houston, un equipo que decidió cambiar su juego ofensivo por la
estadística que venía arrastrando New England. Los Patriots eran más efectivos
defensivamente cuando un rival ataca por tierra. Por lo tanto, Houston atacó de
frente, postergando a Arian Foster y complicando al mariscal de campo, Matt
Schaub, quien sabe jugar mejor con pases en serie. Nada de ello ocurrió y
Texans se dio cuenta tarde para soltarle el balón a Foster para que corriera
hacia los costados.
En definitiva, ambos equipos vislumbraron sus
momentos: Patriots creciendo partido a partido, mientras que Houston se ha
derrumbado en los últimos juegos de la temporada regular y culminó sus playoff
con la cabeza gacha.
Hablando de cabezas, el cerebro de Peyton
Manning sustenta una vigencia envidiable, a pesar de la derrota y la
eliminación ante Baltimore. El partido en Denver quedará en la historia y será
considerado uno de los mejores duelos de postemporada. Hubo jugadas
espectaculares, rendimientos memorables, fallas dramáticas y decisiones
polémicas.
Regresando al pasado, el inicio de la
temporada fue llamativo para los mariscales de campo que se verían las caras el
sábado 12 de enero: Manning regresaba tras un año sin jugar en Indianápolis y
sufría varias intercepciones, mientras que Flacco lanzaba pases certeros desde
distancias considerables. ¿Deja vu? ¿Casualidades?
Baltimore venía mermando su performance en el
tramo final de la temporada regular y el inminente retiro del líder defensivo
Ray Lewis parecía adelantar la despedida del equipo. De hecho, muchos
consideraban que Ravens estaba “de regalo” en postemporada y no había buenos
augurios para la franquicia. Colts fue un escollo menor ante lo que vendría una
semana después. Sin embargo, haber logrado detener a Andrew Luck fue motivo
suficiente para que resurgiera la deteriorada defensiva de Lewis. A pesar de
ello, no fue la defensa de Baltimore la que sacó pecho ante Broncos…
En Denver, el presagio por las bajas
temperaturas hacían dudar al público, pero los números de Manning y las
estadísticas del equipo envalentonaron a los fanáticos para disfrutar de una
nueva victoria en casa. El mariscal de campo de Broncos estuvo un año sin
jugar, aunque su regreso a los estadios de football fue brillante. El índice de
este año marcó 105.8, solo por detrás de Aaron Rodgers (108, Packers). Además,
Denver ha sido la segunda mejor defensa de la NFL.
Números, datos y recuentos forman parte del
estudio intensivo de la NFL, sobre todo para los entrenadores de los equipos.
Pero es el talento lo que define muchos partidos. El sábado vimos una batalla
de touchdowns, primero con Trindon Holliday y sus devoluciones anotadoras para
Denver; luego con Flacco y sus pases mágicos de larga distancia. Manning
también se lució con 3 pases de anotación, pero dos intercepciones inclinaron
el pleito.
Denver jugó con la estrategia de siempre, con
Manning siendo el líder y corriendo poco. Pero Baltimore dio la nota con su
juego aéreo, comandado por el criticado Joe Flacco, a quien se lo acusa de
“timorato” a la hora de lanzar desde lejos. Esta vez no falló y repitió las
actuaciones del inicio de la campaña. El quarterback encontró a Torrey Smith
(59 y 32 yardas) y a Jacoby Jones (70 yardas) para despejar todo tipo de dudas.
Ambos mariscales tuvieron libertades
–demasiadas- para acomodar su juego y acertar los pases, aunque el trabajo de
Flacco fue sublime, ya que sumó 331 yardas, con 3 touchdowns, ninguna
intercepción, y un promedio de casi 10 yardas por pase. Así, sorprendió a
Denver que, seguramente, esperaba los avances de Ravens desde tierra, con Ray
Rice.
El encuentro logró empatarse a 31 segundos del
final, con el jugado lanzamiento de Flacco sobre Jones. Trascendental. Luego,
el pateador de Baltimore, Justin Tucker convirtió un gol de campo de 47 yardas
para enviar a Broncos a casa, en el segundo tiempo extra. Fue el partido más
largo desde que Browns venció a Jets en 1987.
El de Atlanta no fue un juego largo, pero sí
extremadamente emotivo, con una definición ajustada y casi sorprendente. Hasta
el medio tiempo, Falcons lograba imponer su localía ante Seattle y su dominio
aéreo, con un Tony González absolutamente vigente. El marcador reflejaba 20-0
para Atlanta y los fanáticos solo miraban el reloj.
Todo parecía estudiado, medido y acertado en
Atlanta, pero nadie tuvo en cuenta el talento. El mariscal de campo novato
Russell Wilson ha sido una sensación en la NFL y ha llevado a Seattle a
postemporada, tras un año de ausencia. El joven quarterback fue fundamental
para lo que vendría en la segunda mitad. El tercer cuarto sirvió para que
Wilson pueda soltarse más y sepa leer mejor la defensiva de Atlanta, que no es
de las más respetables y que solo estaba preparada para detener a Marshall
Lynch, el corredor de Seahawks.
El último cuarto fue netamente para Wilson,
quien decidió pasar el balón, arriesgarse en algunas corridas y no fluctuar con
Lynch, quien jugó lesionado. Lo impredecible ocurrió: Seattle avanzó demoliendo
la defensa de Falcons en cada intento, apostando al juego aéreo y marcando de a
7 puntos en cada serie. Faltando 31 segundos, Wilson logró lo imposible y el
marcador decía que Seahawks ganaba por uno.
En el cuarto período, la ofensiva de Matt Ryan
jugó al ritmo de Seattle y no pudo anotar. El pateador de Falcons Matt Bryant
definió la historia desde 49 yardas y cortó toda ilusión de Wilson para avanzar
a las finales.
Ryan ha tenido un crecimiento importante. Su
juego fue perfeccionándose con el tiempo, pero sus números han crecido
paulatinamente. El semblante con el grupo aumentó, al igual que la confianza
que generó en sus compañeros, producto de la eficacia alcanzada en momentos
clave. Sin embargo, el quarterback ha demostrado falencias ante la presión,
algo que no debería ocurrir la próxima semana, de lo contrario, soportará
bastante a la durísima defensiva de 49ers.
Justamente, San Francisco es nuestra última
parada, donde Packers sufrió el partido y cayó en las garras de un rival
explosivo. Si, 49ers ya no es un equipo medido, ultradefensivo y meticuloso.
Desde la inclusión de Colin Kaepernick en reemplazo del ex quarterback Alex
Smith, los Niners jugaron de otra forma, con un líder pasador y, a su vez,
corredor. Kaepernick rompió la marca de 181 yardas por tierra para un mariscal
de campo en playoffs, además de lanzar 2 pases de anotación a Crabtree.
La defensa de 49ers fue demasiado para Packers
que, a pesar de tener a Aaron Rodgers, sintieron la rudeza de sus linieros. A
pesar de ello, hasta el tercer cuarto, el encuentro tuvo paridad en el
marcador. Tres jugadas terrestres de San Francisco definieron el pleito, con
anotaciones de Kaepernick, Frank Gore y Dixon.
El fin de semana serán las finales de
conferencia, previo al Súper Bowl de New Orleans. Ravens y Patriots serán
rivales de la Americana, con estilos muy disímiles, mientras que 49ers y
Falcons definirán la Nacional, también con perfiles bastante marcados. ¿Ganarán
las mejores defensivas o dominarán los más ofensivos? Más allá de las tácticas,
el talento siempre rompe las estadísticas…
Comentarios
Publicar un comentario