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El football americano moderno ha quedado atrás.
Hoy en día, los mariscales de campo pueden o
no ser las
figuras de sus equipos. Hace algunas décadas, era condición sine qua non contar con un buen quarterback para clasificar a los playoff o jugar
las finales. El cambio se produjo, prácticamente, luego del nacimiento de una
nueva franquicia: Baltimore Ravens. Corría el año ’96 cuando “Los Cuervos”
debutaron en la NFL. Aún jugaban Steve Young (49ers), Dan Marino (Dolphins),
John Elway (Broncos) y Troy Aikman (Cowboys), mientras Brett Favre (Packers) y
Drew Bledsoe (Patriots) eran los pasadores del momento. Parece mentira que,
casi dos décadas atrás, estos “monstruos” del football compitieron al unísono durante varias
temporadas.
No obstante, a
mediados de los ’90, varios equipos se armaron desde su juego defensivo, sin
depender exclusivamente del mariscal de campo. Es por ello que, últimamente,
han crecido muchas figuras de la segunda línea amurallada, como los linebackers o
alas defensivos (defensive end).
La NFL está organizada
para equiparar el nivel de los participantes y que, sucesivamente, las
disposiciones administrativas reflejen paridad en lo deportivo; por ejemplo, la
repartición de las utilidades y ganancias, el draft, etc. Este equilibrio llegó al
terreno de juego, aunque no por alguna decisión de la Liga, sino porque muchos
equipos debieron recurrir a otras estrategias para poder competir con los
poderosos.
Así, resurgió la
antinomia de los equipos ofensivos por un lado y los defensivos por el otro.
Esta diferencia, en realidad, siempre existió en la NFL, pero en los ’80 y en
los ’90, con el auge del quarterback como
líder absoluto de los planteles, no hubo lugar para los esquemas conservadores.
Sin embargo, Baltimore se inclinó por un juego donde la disposición defensiva
impulsaría al resto. De este modo, algunas franquicias tomaron un camino
táctico similar: en primer lugar la defensa, luego la fuerza de los corredores
y por último el lanzamiento del balón.
Ravens se fundó en
1996, con los jugadores que en aquella época integraban los Cleveland Browns.
Cuatro años más tarde, la nueva franquicia de Baltimore ganó el Súper Bowl XXXV
ante Giants y se convirtió en el equipo más joven en alzar el trofeo Vince
Lombardi. Su defensiva ya era un éxito con el liderazgo de Rod Woodson y Ray
Lewis, el mejor jugador de la corta historia de Ravens.
Lewis se retirará
luego del encuentro ante San Francisco, el próximo 3 de febrero. Su carrera
está emparentada únicamente con “Los Cuervos” y su prestigio se mantuvo vigente
en las 14 temporadas que lideró al plantel desde la línea de defensa. Este
notable apoyador fue elegido dos veces el jugador defensivo más valioso en 2000
y 2003, además de haber disputado 11 Pro Bowls. Seguramente integre el Salón de
la Fama.
Al igual que Lewis, la
mayoría de los jugadores emblemáticos de Ravens fueron defensivos: Jonathan
Ogden, Ed Reed, Peter Boulware, Chris McAlister, Haloti Ngata y Terrell, muchos
de ellos actuales integrantes del equipo de Baltimore. Por Lewis y compañía,
Ravens es considerada la mejor defensiva de los últimos tiempos, lo que indujo
a varios equipos a reflexionar sobre la estrategia a seguir. Así, el contagio
se expandió rápidamente hacia varias franquicias, no solo para modificar
tácticas, sino para reordenar sistemas y maniobras.
Luego de la conquista
de Ravens ante Giants, Tampa Bay estaba preparado para obtener el Súper Bowl
XXXVII, con la comandancia del poderoso tackle Warren Sapp y el
histórico pateador argentino Martín Gramática. En 2005, Pittsburgh ganó el
Tazón combinando poderío ofensivo y rigidez defensiva, algo que consolidaría a
la franquicia hasta la actualidad. Más allá del predominio de Patriots con
Brady, de Packers con Favre o de Rams con Warner, muchos equipos se
distinguieron por sus atributos defensivos al igual que Ravens, Buccaneers y
Steelers en la última década: Panthers (2003), Seattle (2005) y Chicago (2006)
jugaron la final de la NFL con una estructura defensiva predominante.
Por su parte, algunos
entrenadores se dieron cuenta del cambio o recapacitaron sobre la importancia
del juego defensivo. Es por ello que algunos equipos mantuvieron su táctica
ofensiva con mariscales de campo de excelencia, pero potenciaron sus defensas
para equilibrar el perfil operativo, como Colts (Peyton Manning), Saints (Drew
Brees) o Giants (Eli Manning).
Hoy en día, asomaron
otras franquicias bien organizadas desde las trincheras: Houston Texans y San
Francisco 49ers; indiscutidos animadores de la Liga con un gran crecimiento en
las últimas campañas, por el rendimiento espléndido de sus linebackers, tackles o
profundos. Ambos equipos se sumaron a Ravens y a Steelers como los mejores en
labores defensivas de los campeonatos recientes.
Por lo tanto, no es
casual que en el Súper Bowl XLVII estén “Niners” y Ravens. Los de San Francisco
eliminaron a Falcons con una remontada increíble, ya que la aparición del
mariscal novato Colin Kaepernick le aportó explosión al juego ofensivo de
49ers, que ya tenía profundidad terrestre con Frank Gore y solvencia defensiva
con Aldon Smith y compañía. Atlanta jamás contó con una buena defensiva, al
igual que Patriots, que fue eliminado agónicamente por Baltimore. Precisamente,
Ravens tuvo un cambio ofensivo en 2012, a partir de un juego más ambicioso por
parte de Joe Flacco. El
quarterback era
criticado por su falta de decisiones a la hora de pasar, aunque Flacco pudo
“quemar” a la poderosa defensiva de Broncos y luego no tuvo inconvenientes ante
New England.
Ahora, dos
entrenadores en jefe hermanos se verán las caras para aportar un trofeo Vince
Lombardi a la vitrina familiar. Jim de 49ers y John de Baltimore disputarán el
denominado “Harbaugh Bowl”.
No creo en las
casualidades a la hora de hablar de football americano,
donde todo se estudia y se practica con insistencia. También considero que los
jugadores talentosos definen los partidos en la cancha. En definitiva, el
equilibrio estratégico está dominando la NFL y muchos han sabido potenciar las
defensivas para doblegar a los grandes mariscales del momento.
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