Seattle conquista la NFL: ¿el football está cambiando?

Luego de la coronación de Seahawks ante Denver Broncos en el Súper Bowl XLVIII, es tiempo de analizar cómo una franquicia “débil” pudo ante el Goliat que conducía Peyton Manning. ¿Hay un nuevo juego? ¿Cuál es la clave del éxito?

El football americano está mutando y el pasado le pide permiso al futuro para cambiar el presente. Cuando el pase hacia adelante aún no había sido inventado, el juego se afianzaba en la rudeza de los jugadores. Los cascos solo se usaban en la guerra o en las minas de carbón y el quarterback era apenas un armador. La evolución fue un torbellino y el juego ofensivo transformó el deporte por completo, hasta alcanzar la popularidad más exitosa de las disciplinas norteamericanas.

En las décadas recientes, el ataque aéreo fue la “vedette” del football y los mariscales de campo sus figuras sobresalientes. Sin embargo, hoy en día, algunos equipos regresaron a las fuentes y consolidaron las defensivas y el ataque terrestre para competir con los grandes quarterbacks. De hecho, estratégicamente, se planteó una antinomia entre equipos ofensivos y defensivos, dividiendo doctrinas y perfiles.

Algunas franquicias mezclaron ideas y probaror variantes, adaptando el plantel que tenían para ensamblar las nuevas maniobras y, más tarde, contratando a jugadores aptos para adecuarlos al proyecto. Así surgieron los equipos “mixtos” con deportistas dóciles, capaces resolver las jugadas, tanto aéreas como terrestres. Del mismo modo, otros entrenadores y gerentes optaron por priorizar el armado de la defensiva y luego, si se podía, mejorar o reeditar la ofensiva.

El sistema de elegibilidad de la NFL, con su draft universitario, los condicionamientos para limitar los presupuestos y la distribución de los ingresos son un gran ejemplo hacia el mundo para alcanzar paridad deportiva en los 32 equipos, más allá de su poderío individual. Por ello, el armado de los planteles está controlado y es revisado para impedir fluctuaciones y desequilibrios. El resultado se vislumbra en las canchas, con cierta simetría competitiva.

Armar un conjunto de NFL puede tardar años, aunque el éxito o fracaso de una gestión no siempre se debe a la organización o al estilo de juego de una franquicia. En algunos casos, una decisión en el terreno acarrea el desastre o la gloria. El quarterback se estableció prácticamente como el jugador emblema y casi todo dependía de sus habilidades. Los presupuestos marchaban en dirección de un solo hombre, abriendo grietas que otros no tenían o que ciertos equipos repartían equitativamente. Así, las estrellas lucieron su brazo en franquicias poderosas, pero los “débiles” fueron encontrando un plan.

Los equipos defensivos o mixtos decidieron ir a la caza de los mariscales de campo rivales y robustecieron sus trincheras. Apostaron a los tackles,linebackers o cornerbacks. Las ofensivas reforzaron a los runningbacks como puntas de lanza y moldearon a sus propios mariscales con un perfil determinado para que sean capaces de resolver situaciones con rapidez y conocimiento. Asimismo, la destreza física jugaría un papel fundamental, aunque siempre debe ir de la mano de la razón.

Los “nuevos” quarterbacks ofrecen capacidades para cumplir ese rol, lanzando el balón cuando es necesario, corriendo con él en los instantes inciertos o engañando para que los corredores desplieguen sus habilidades. Para el juego aéreo, el mariscal  cuenta con receptores, pero también con un “ala cerrada” fornido que esté preparado para las rutas cortas. Hoy en día, los avances en serie de este tipo de equipos demuestran éxito y los pases profundos se utilizan cuando el momento lo amerita.

Russell Wilson es el referente del momento, sobre todo con apenas dos temporadas en la NFL y un anillo en su vitrina. Hasta la temporada pasada, el mariscal de Ravens, Joe Flacco, era criticado porque nunca lanzaba profundamente el balón. Sin embargo, sus estadísticas eran buenas en pases cortos y aperturas de jugadas terrestres. En aquellos playoff, y en la final ante 49ers, vimos un cambio rotundo y Flacco fue un pasador magistral, completo o mixto. Pittsburgh Steelers fue pionero de esta postura táctica y en cada Tazón ganado demostró todas sus virtudes.

Seattle Seahawks son un ejemplo de equipo mixto o moderno, que demolió el poderío ofensivo de los Broncos de Peyton Manning. Otros equipos tienen un patrón similar de juego, como San Francisco o Carolina Panthers. Los últimos ganadores de Súper Bowl también demostraron defensivas sólidas y ataques mixtos, como Baltimore (2013), Giants (2012), Pittsburgh (2006 y 2009) y, hace más tiempo, Tampa Bay Buccaneers (2001) y los propios Broncos (1998/99).

El Súper Bowl XLVIII fue un duelo de antinomias, de estilos y talentos diferentes, pero los números siguen demostrando que cuando una defensiva sólida se mide ante una ofensiva espléndida, casi siempre gana la muralla sobre el brazo. Muchos equipos han cambiado y otros están en vías de este proceso de cambio…

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