El derby del fin de semana fue
para Baltimore, que eliminó por primera vez a Steelers en el Heinz Field, tras
superarlo por 30 a 17. Joe Flacco jugó con frialdad y precisión y anotó en dos ocasiones.
En lo previo, los números reflejaban ciertas paridades entre sí, pero los perfiles de Pittsburgh Steelers y de Baltimore Ravens tenían diferencias. La ausencia de Le'Veon Bell en el local sería determinante, a pesar de los cuatro triunfos en serie que acumulaba el equipo, y la ofensiva dependería exclusivamente del juego aéreo. Por su parte, los “cuervos” podrían mechar pases y acarreos, sobre todo la campaña que tuvo Justin Forsett. Sin embargo, los problemas defensivos de Steelers serían aprovechados por Joe Flacco, un quarterback frío y calculador, que en enero juega más lúcido que el resto del año…
El encuentro estaba planteado
para doblegar a los profundos, es decir, tanto Flacco como Roethlisberger
debían lanzar en largo si pretendían ganar el duelo. Por lo tanto, los
receptores y la secundaria jugarían un papel fundamental, sobre todo en
Pittsburgh, ya que no tenía a su corredor titular y la segunda línea defensiva
era insegura. Esta lectura obligaría a Big Ben a lanzar constantemente, pero
para que surta efecto el único plan Brown, Bryant y Miller no podían fallar.
La primera serie ofensiva fue de
Steelers, que contó con Ben Tate –contratado esta semana- como corredor principal,
aunque duró poco en el campo tras perder un balón. La idea era que el refuerzo
se adapte rápido, pero lo “limpiaron” de la ofensiva cuando soltó el ovoide.
Aquí cometió un error el coordinador ofensivo porque Tate demostró actitud y
fue el runningback que más yardas promedio acumuló en el partido. No obstante,
la defensiva de Ravens es durísima ante los acarreos y este factor eliminó por
completo cualquier intento de atacarlos por tierra. Al cierre del primer
cuarto, Steelers se imponía con un gol de campo y –sin Tate y con Harris- ya
venía inclinando la balanza hacia su juego aéreo.
El balón cambió de manos y Flacco
distribuyó el juego en dos frentes: terrestre con Forsett y aéreo hacia el
centro de la defensa “acerera”. Cuando comenzaba el segundo período, Bernard Pierce
atravesó la zona prometida para anotar los primeros seis puntos del equipo.
Steelers no tuvo respuesta y tampoco supo aprovechar la tenencia del balón.
Roethlisberger continuó lanzando hacia la zona central del ataque y Harris
hacía lo mismo. Todos chocaban o eran detenidos. ¿Cómo no buscaron a los
receptores por las bandas? Esta incógnita deberá develarse en los vestidores…
Del otro lado de la valla, Baltimore
cometía errores de formación y en un par de ocasiones el juego se reanudó con
12 defensivos. Esto provocó algunos nervios y también posibilitó uno de los
mejores encuentros entre Big Ben y su estelar receptor. Sin embargo, la jugada
fue anulada cuando Antonio Brown era empujado hacia afuera del campo con el
balón en sus manos y en zona de anotación. Esta regla sigue generando
controversias, pero lo cierto es que no habría un pase similar entre ellos.
Los goles de campo de Suisham y
Tucker fueron las únicas anotaciones hasta el medio tiempo. Las ofensivas no
funcionaron y la rigidez estructural carecía de movimientos interesantes. Ni
Roethlisberguer ni Flacco pudieron romper el cerco y sus pases largos carecían
de éxito. El marcador en el halftime era favorable a la visita 13-9.
A pesar de la dureza del juego
defensivo, tres tendencias del pasado retornaron al terreno de juego. En primer
lugar, Joe Flacco congeló su mente y calentó el brazo para lanzar pases
mágicos. En segundo orden, a pesar del retorno de Troy Polamalu, las falencias
defensivas de Steelers resurgieron como en el desarrollo de la campaña regular.
Y la tercera fue la falta de contundencia de Pittsburgh en la zona roja. El triunvirato
factores se combinaron para que Baltimore saque el pleito a su favor.
Una jugada extraordinaria erigió
a Flacco como el hombre más valioso del compromiso, cuando realizó un
lanzamiento de 40 yardas para que Steve Smith atrape a escasas yardas del
ingoal. Luego, Troy Smith llevó la pelota para anotar el touchdown y clavar un parcial
de 20-9. Sencillamente brillante. El mariscal de campo de Ravens golpeaba en
los momentos justos y decidía cabalmente cuando correr y cuando lanzar. Su
lectura de las defensas opuestas debe ser motivo de estudio en la NFL.
Los problemas defensivos del
local fueron constantes durante el año. Esto no sorprendía a nadie, pero las
falencias en ataque sí fueron motivo de alertas permanentes. A todo esto, Ben
Tate seguía en la banca. La táctica era correr por el centro con Harris, que
chocaba ante un muro impenetrable, y lanzar largo por el medio. ¿Cuándo
pasarían hacia las bandas? Nunca. ¿Cuándo correrían por la periferia? Jamás. Un
equipo equilibrado estaba imponiéndose ante uno explosivo que carecía de
dinamita.
Otra de las diferencias entre uno
y otro fue el desempeño de los receptores. Steve Smith fue el más buscado para
los pases profundos de Flacco, pero vital ha sido el trabajo de Owen Daniels,
quien atrapó con tenazas los balones enviados por su mariscal sobre el centro
del terreno. Estos pases perforaron el centro neurálgico de la defensiva de
Steelers para confundirla y abrirla de cuajo.
Tal era la confianza de la visita
que, en una serie ofensiva en el inicio del último período, en cuarta y 1
decidieron jugársela. Más allá de haberlo logrado, inmediatamente sufrieron un
balón suelto generado por Forsett y Pittsburgh soñó con la recuperación. Así
fue como Steelers resurgió de las cenizas: Big Ben encontró de nuevo a Brown,
tras un enorme pase de 45 yardas, lo que derivó en la anotación posterior de
Bryant. El marcador era 20-15, pero Ravens volvería a la carga. Steelers debía
hacer algo que jamás pudo, es decir, defenderse adecuadamente…
Un gol de campo de Tucker y una
intercepción a Big Ben resolvieron la encrucijada. Ben Tate estaba de regreso
en el terreno, pero el quarterback lanzó apresuradamente, movimiento que fue
captado por Terrell Suggs. Las jugadas posteriores serían anecdóticas: un
touchdown de Flacco hacia Gillmore; una quinta captura a Roethlisberger y su
salida momentánea por lesión; un primero y diez logrado por Gradkowski
(suplente de Big Ben); un touchdown anulado a Steelers por holding; el regreso
del mariscal de Steelers y otra intercepción; y finalmente el bloqueo de patada
generado por los equipos especiales locales.
Fue 30-17. Un diferencia abismal
para un juego de playoff y entre dos conjuntos con aspiraciones. No obstante,
Ravens venía mejor perfilado porque resultó un rival mucho más equilibrado y
perfectamente estructurado. Ademáss, Baltimore sabe ganar de visitante en estas
condiciones porque lo ha demostrado años anteriores. Flacco piensa y luego
actúa. Su frialdad marcó la diferencia.
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