El Súper Bowl 49 fue para el equipo de New England, comandado por el
magnífico Tom Brady. Patriots le ganó a Seahawks 28 a 24, tras un partido
extraordinario y que tuvo condimentos de todo tipo. Sobre el final, Seattle
pudo darlo vuelta, pero equivocó la jugada y adiós al sueño del bicampeonato.
La duración de un juego
de fútbol americano es de 60 minutos. En el reloj restaban 26 segundos para el final.
Cero. O poco, poquísimo. Seattle estaba al borde de la anotación en segundo
intento y gol, sobre la yarda 1. Es decir, Seahawks debía recorrer apenas 92 centímetros
para conquistar el trofeo Vince Lombardi por segundo año consecutivo. Por lo
tanto, todos miraron hacia el número 24, quien se podría transformar en el héroe de
la noche. Marshawn Lynch, el mejor corredor de la NFL, quien ostenta 8.695
yardas en 9 años de trayectoria -casi mil por temporada- y almacena 79
touchdowns.
Reacio al diálogo con los
periodistas, Lynch estuvo en la mira de los colegas durante la semana previa. Tras
esos 26 segundos, el running-back debería
afrontar los micrófonos una vez más, con otro anillo de Super Bowl en su dedo.
Nada de eso sucedió. Lynch fue un observador de lujo del derrumbe; del error. Fuera
del terreno, Tom Brady estaba sentado y resignado, sin mirar la serie ofensiva
de Seattle que acababa de avanzar milagrosamente gracias a una atrapada
apoteótica –y con algo de suerte- de Jermaine Kearse. El rostro de Tom era de
resignación.
La jugada de los 26
segundos y una yarda será recordada durante siglos. La decisión de los
entrenadores de Seahawks coronó a New England. No hay dudas que el partido lo
perdió Seattle porque tenía todo para ganar. Russell Wilson venía demostrando
que bajo presión respondía mejor, como sucedió ante Packers y otros tantos rivales.
Previo al medio tiempo, el quarterback
había logrado la igualdad con 6 segundos por jugar. La aparición de Chris
Matthews solucionó los inconvenientes aéreos y el receptor –un ex zapatero-
sumó asombrosas estadísticas en su debut numérico en la NFL. Además, Lynch
estaba perforando la defensiva de Patriots.
La remontada de New
England prosperó en los dos ataques del último cuarto. Patriots hizo lo que
mejor sabe. Brady lideró la famosa “ofensiva en serie”, combinándose con sus
receptores, los verdaderos artífices de la conquista. Julian Edelman, Dany
Amendola, Rob Gronkowski, Brandon LaFell y Shane Vereen potenciaron al mariscal
de 37 años. Posiblemente, luego de los dos partidos polémicos, el entrenador en
jefe Bill Belichick decidió guardar las estrategias controversiales y ser prudente.
No había motivos para exponerse de nuevo. Ravens sufrió un revés táctico, pero
la final ante Colts está sujeta a investigación por los balones desinflados.
¿Ventaja deportiva? ¿Avivada? De confirmarse un sabotaje, será una mancha negra
para toda la franquicia.
Así, vimos a una
ofensiva “patriota” cautelosa. El temor a un traspié estuvo latente. Y no es
para menos, ya que Seattle es la defensiva número 1 de la NFL. Los pases a
corta y media distancia son un culto en New England. Brady es el mariscal de
campo que mejor ejecuta este tipo de estrategias, administrando el reloj y
buscando receptores que vuelan como aviones en combate. A su vez, Legarrette
Blount era poco utilizado porque Seahawks impedía sus corridas. En consecuencia,
sin pases largos ni juego terrestre, Patriots construyó la recuperación arriesgando
muy poco. O casi nada. Los pases más largos de Brady en postemporada fueron: de
46 yardas ante Ravens, de 30 yardas contra Colts y de 23 vs. Seattle…
Ante una defensa
agresiva, no queda otro remedio. Estratégicamente, Bill Belichick hizo lo que
debía para salvar el año. Sin embargo, en la primera mitad, Brady encontró
algunos escollos para los envíos hacia los laterales, a excepción de la
anotación de Gronkowski, con un lanzamiento volado brillante. Incluso por el
centro Brady sufrió dos intercepciones. Era necesario cambiar algunas jugadas y
permitir los cruces en las diagonales porque la firmeza del campeón reinante era
ineludible. Edelman creció, corrió desde el centro hacia afuera y registró 9
atrapadas con 109 yardas para transformarse en la figura del equipo. Su
destreza y velocidad lo erigen como uno de los mejores wide receiver de esta campaña. Así, Patriots se puso en ventaja
nuevamente, con solo 2 minutos por jugar y monedas.
El duelo de mariscales
era parejo: la efectividad de Brady -con dos intercepciones al hombro y 4 touchdowns-, ante la espectacularidad de
Wilson –con mejor rating y dos anotaciones-. El juego terrestre era de Lynch. Las
defensivas mostraron dureza, pero también algunos huecos en las esquinas. Esos 122
segundos cambiarían la historia del Super Bowl. Wilson encontró a Kearse con un
pase profundo y asombroso. Inmediatamente, Lynch se aceró hasta la yarda 1. El conteo
indicaba 26 últimos instantes fatales. Cada segundo era un martillo. Brady miraba
hacia el césped con la cabeza gacha. Todo estaba perdido. Las finales ante
Giants le pesaban en la espalda. Solo era cuestión de tiempo para que Seahawks
avanzara esos 92 centímetros efímeros…
Algo inesperado ocurrió.
Nadie entendió. Wilson lanzaba el ovoide, pero era interceptado. Milagro. Las plegarias
se escucharon por Massachusetts. Lynch se quedaba sin la portada de los
diarios. ¿Por qué no corrió? Será la incógnita del Super Bowl 49. Un solo error
desde la banca condenó a Seahawks. Surgen más preguntas. ¿Por qué los jugadores
no se revelaron y desestimaron la orden de pasar? Matthews será olvidado a
pesar de un gran partido. Lynch habrá pateado todo lo que se le cruzó por
delante en un camarín silencioso. Brady es leyenda: tiene más touchdowns (12) que cualquier otro
mariscal en Super Bowl. Patriots está en la cima de la NFL tras 10 años sin “El
Tazón”, pero ¿es el mejor?
Excelente cronica, volvi a ver la final. Que increible error de Seattle !!!
ResponderEliminarExcelente cronica, volvi a ver la final. Que increible error de Seattle !!!
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