Cuatro mariscales de
campo. Cuatro equipos. Cuatro situaciones. Cuatro partidos. La síntesis de la
ronda de comodines bajo la influencia de los líderes ofensivos en postemporada
en cuatro minutos. A pesar de los comentarios periodísticos, quedó demostrado
que la localía no pesó tanto.
La ascendencia de los
líderes en un plantel deportivo es fundamental para trazar objetivos. La
competencia de alto rendimiento genera exigencias extremas y, muchas veces, esos
episodios pueden jugar en contra. De este modo, el rival aprovecha el
nerviosismo del otro equipo para golpear en algún momento clave del encuentro.
En los juegos de comodines recientes, los ganadores contaron con mejores
quarterbacks que los derrotados –al menos, eso creo- y también cultivaron al
menos una situación desfavorable para sí mismos, ya sea producto de los errores
ajenos o de los propios aciertos. La falsa ventaja del equipo visitante no fue
el factor “A” de estos duelos…
Chiefs (30) vs. Texans (0). El
regreso anotador de la patada inicial de Kniles Davis tiró por la borda
cualquier pronóstico. De entrada, Houston sintió el golpe de nocaut y jamás
supo levantarse. Brian Hoyer lanzó 4 intercepciones y nunca pudo imponer el
juego ofensivo. Aquí el factor quarterback fue tan negativo para Texans que la
pelea ante su contrincante se planteó desde los errores. Por su parte, Alex
Smith se limitó a hacer lo que más sabe: no asumir riesgos en un partido ganado
desde el minuto inicial. El líder de Kansas City jugó con tranquilidad, aunque
perdió a su principal socio, Jeremy Maclin. Por otra parte, Chiefs contó con
una defensiva agresiva, la que lo eleva como un contrincante difícil de
doblegar.
Steelers (18) vs. Bengals (16).
A pesar de las estadísticas tenebrosas del pasado, la pérdida de Andy Dalton
fue devastadora para Cincinnati. Mientras que la injerencia de Ben
Roethlisberger resultó vital para la supervivencia de Steelers en playoff.
Cuando el encuentro estaba 15-0 a favor
de la visita, “Big Ben” fue capturado y tuvo que salir del campo con una severa
dolencia. Desde esa acción, Bengals repuntó con la conducción de AJ McCarron y
pasó a ganar el pleito en el último cuarto. El ingreso de Landry Jones empañó
el trabajo de Pittsburgh y el equipo visitante retrocedió en todo sentido, tras
el golpe sobre su jefe. En la última serie ofensiva de Steelers, Mike Tomlin
metió a Roethlisberger en el terreno, lo que revitalizó a la franquicia hasta
el gol de campo anotado. Esa fue la decisión que cambió el partido porque con 9
jugadas, el quarterback logró un avance de 74 yardas para dar vuelta
la historia. Al final, llegaría el descalabro “bengalí” con las acciones
desesperadas, brutales y equívocas de Cincinnati. Y eso lo provocó el regreso
del lesionado “Big Ben”.
Seahawks (10) vs. Vikings (9).
El año de Adrian Peterson y la defensiva de Minnesota auguraban un desenlace
distinto. Para colmo, las bajas sensibles en Seattle presagiaban un duro final
para la visita. Russell Wilson tuvo que luchar contra varios fantasmas por las
ausencias de Lynch y Rawls y porque tenía que asumir el liderazgo de una
ofensiva diezmada. A dos segundos del cierre del tercer cuarto, Minnesota
ganaba 9-0 con una floja actuación de Peterson y la ausencia táctica de
Bridgewater. Seattle atacaba, aunque Wilson lucía desorientado. De hecho, la
acción que cambió el partido también arrancó desprolijamente porque el centro y
Russell no se entendieron y el mariscal de campo forzó un balón suelto sin
quererlo. Tras recuperarlo, y a punto de ser capturado, Wilson zafó de la marca
y lanzó con éxito hacia Lockett, lo que le permitió a Seahawks anotar el
touchdown esperado, en los próximos dos movimientos. Esto alteró a Minnesota y sucedió
todo esto: Peterson perdió la pelota a 2:33 por jugar; Seattle anotó un gol de
campo y se puso 10-9; hubieron dos despejes de cada equipo; Vikings alcanzó la
yarda 9 y Blair Walsh se preparó para anotar el field goal con 26 segundos para
el final. ¡Falló el tiro! La caída de Minnesota comenzó con aquella jugada
magistral y milagrosa de Wilson…
Packers (35) vs. Redskins (18).
Este duelo de ofensivas aéreas era muy esperado por las proyecciones que Kirk
Cousins y Aaron Rodgers traían desde el pasado reciente. Las flojas defensivas
auguraban un show de pases, pero quien asumiera el riesgo de correr un poco más
sería el que tome una leve ventaja. Así fue como Packers dio vuelta un
encuentro desfavorable porque se impuso con la jerarquía de Rodgers para
doblegar al que muchos creían era el favorito. El quarterback de Packers tuvo
dos momentos clave, más allá de las actuaciones de Eddie Lacy y James Starks,
con sus últimas anotaciones por tierra. El primer touchdown con Randall Cobb
fue uno de los instantes vitales, sobre todo porque esa ofensiva fortaleció el
encuentro con los receptores y Rodgers trabajó esa serie prácticamente sin
reuniones. La otra serie ofensiva, al mejor estilo Brady, sucedió
alternativamente con la anotación de Starks en el touchdown que reflotó el
juego para Green Bay. En el reto mano a mano con Cousins, prevaleció el
mariscal devaluado y menospreciado, pero que resurgió como en sus mejores
tiempos para la clasificación de Packers.
Mano a mano. Alex
Smith es más jugador que Brian Hoyer. Lo mismo para Ben Roethlisberger y AJ
McCarron, Aaron Rodgers y Kirk Cousins –el duelo más parejo- y para Russell
Wilson y Teddy Bridgewater. En los partidos definitorios, siempre es mejor
contar con un mariscal experimentado o talentoso, por sobre aquellos que tienen
menos experiencia o fueron devaluados recientemente. Tres de los cuatro líderes
ofensivos victoriosos del fin de semana –Rodgers, Wilson y “Big Ben”, han
ganado un Súper Bowl. Y Alex Smith jugó con 49ers. la final de la NFC ante Giants en 2012. Aquí
el factor experiencia jugó un papel primordial porque se mezcló con el talento
para aflorar lo mejor de sí ante situaciones complejas: los cuatro ases
acumulaban 37 victorias en postemporada, mientras que los que perdieron,
debutaron en playoff.