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New England Patriots y Atlanta
Falcons fueron los mejores equipos de la temporada y, tras consagrase campeones de conferencia (Americana y Nacional), disputarán este domingo el Super Bowl LI. El duelo entre quarterbacks promete ser a puro touchdown, pero hay otros valores deportivos más que interesantes para seguir el partido final.
La historia de estos equipos en el Super Bowl es disímil: Patriots disputó 8 finales y ganó 4
campeonatos nacionales, mientras que Falcons
tendrá su segunda participación. Ambos conjuntos cuentan con un poder ofensivo
avasallante, siendo fabulosos en materia de ataques por aire. Patriots tiene a Tom Brady, uno de los mejores de de todos los tiempos, mientras que
Falcons cuenta con Matt Ryan, un fabuloso lanzador de
pases a media y larga distancia.
New
England ganó su división con 14 triunfos y solo dos derrotas. Se clasificó
“caminando” a pesar de la polémica suspensión de Tom Brady en las cuatro fechas
iniciales. Sin él, sacó 3 victorias, todo un presagio de lo que sería la
temporada regular. Patriots sufrió
la baja de su “as de bastos”, Rob
Gronkowski, pero pudieron suplirlo gracias al cuerpo de excelentes receptores.
Además, Bill Belichick armó un backfield poderoso con LeGarrete Blount y Deion
Lewis. “Pats” anotó 51 touchdowns
en temporada con un equilibrado ataque, que supo aplicar jugadas en serie,
lanzamientos y acarreos.
Pero lo más destacado de la
franquicia es el dispositivo defensivo que diagramaron los entrenadores, tanto
para detener los pases rivales como para impedir acarreos. Llevó un par de
años, pero New England fue el equipo
que menos puntos permitió en toda la
NFL. Y este es el
mejor logro de la campaña.
En playoffs, su partido divisional ante Texans fue el más fácil de los duelos de postemporada. A pesar de
ello, Tom Brady jugó incómodo ante
una defensiva agresiva. Una semana más tarde, Steelers no supo ofrecerle
presión al quarterback y cayó
estrepitosamente a medida que Patriots
avanzaba. Con las bajas en el cuerpo de alas cerradas, Chris Hogan se transformó en el héroe de la final y resultó fundamental
para superar a Pittsburgh.
Por su parte, Atlanta Falcons se llevó su división con 11 victorias y 5 caídas. El
conjunto de Dan Quinn también tuvo un calendario más o menos favorable y no
enfrentó tantos rivales complicados. Al cierre del año, ganó los últimos 4
encuentros y obtuvo el privilegio de descansar en la primera semana de playoff. El poderío ofensivo de Atlanta fue descomunal y registró más
puntos que cualquier otro equipo, con 33.8 de anotaciones promedio por partido
y 63 touchdowns totales. La máxima
responsabilidad fue de su mariscal de campo, Matt Ryan, del corredor Devonta
Freeman y del estelar receptor Julio
Jones.
En postemporada, Falcons eliminó a Seattle sin inconvenientes, a pesar de la rudeza que atraía el
rival de turno. Sin embargo, y aún más en éste duelo, Atlanta lució una defensiva excelente, que equilibró sus cualidades
estratégicas para ser un conjunto completo. Siete días más tarde, repitió la
excelsa tarea en defensa y eliminó al envalentonado Green Bay Packers de Aaron
Rodgers.
Atlanta desarrolló
su juego en base al tridente ofensivo, pero en los partidos recientes destapó
uno de los secretos tácticos: conformar una sólida línea ofensiva que proteja a
Ryan y que prepare las rutas
terrestres para Freeman. Para colmo,
elevó el nivel de la secundaria hasta convertirla en competitiva, lo que le
permite a Falcons cerrar el círculo
perfecto de rendimiento general.
De este modo, la súper final de la NFL ya tiene a los rivales que
jugarán en el NRG Stadium de Houston, inaugurado en 2002, con
capacidad para 72.220 espectadores y donde ya se disputó el Super Bowl 38° de
2004. Los precios de las entradas para el duelo del 5 de febrero oscilan entre
los 5.394 y los 15.000 dólares; según el régimen de servicios, beneficios y
ubicaciones. El show del entretiempo estará a cargo de Lady Gaga, quien participó de la edición anterior cuando cantó el
himno norteamericano.